El próximo 25 de mayo se cumplen siete años desde que este ingeniero técnico de profesión, ya jubilado, decidiera colaborar con la Fundación Padre Garralda, con sede en Las Tablas. Siete años en los que Antonio de Francisco, de 67 años, se ha convertido en “nuestro mejor voluntario”, como dicen en el centro.
– ¿Cómo y cuándo llega a la Fundación Padre Garralda y en concreto al centro de Las Tablas?
– “A raíz de jubilarme tenía la inquietud de ser voluntario y concretamente con alguna organización relacionada con niños. Busque en internet y apareció la Fundación Padre Garralda – Horizontes Abiertos, que estaban entregados a cuidar a los niños que nacen en la cárcel. En junio del 2015 me entreviste en Las Tablas con el responsable del voluntariado y desde entonces estoy en la Fundación”.
– ¿Recuerda cómo fue ese primer día? ¿Qué es lo que más le llamo la atención?
– “Me invitaron a ver un partido de futbol en Las Tablas, entre la Fundación del Real Madrid y la Fundación Padre Garralda. Ellos venían con entrenador y totalmente organizados, nosotros no teníamos ni equipación, empecé a dar gritos en la banda colocando a nuestros jugadores y detrás de mí, oí una voz que grito «venga míster». Era nuestra actual presidenta, a partir de ese día hablamos con la Fundación del Real Madrid y todos los viernes viene un entrenador titulado a entrenar a nuestros chicos. Me llamó la atención la alegría y el cariño que el Padre Jaime Garralda transmitía, como se abrazaban, como se reían, era un día de fiesta. Se estaba muy bien”.
– ¿Por qué decidió colaborar con ellos?
– “Por lo que significa el deporte en la recuperación de los residentes, el futbol les encanta y ningún viernes han fallado a los entrenamientos”.
– ¿Colabora solo en el centro de Las Tablas o en algún otro?
– “Aparte del deporte, también colaboro en el huerto donde tenemos 16 bancales y árboles frutales, es una actividad al aire libre y un lugar muy agradable para pasear o juntarse a charlar un rato. Fuera de Las Tablas estoy semanalmente en las casas con las madres y los niños y actualmente con clases de español a familias Ucranianas, alojadas en dos casas de la Fundación”.
– ¿Qué hace exactamente?
– “Coordino la parte deportiva de la Fundación, organizando partidos dentro y fuera de nuestro centro, implantación de nuevas actividades deportivas y trato de conseguir material y medios para la práctica de las mismas. Nuestro objetivo es conseguir un campo multideporte, el de ahora es de tierra y cuando llueve es difícil poder jugar, pero no conseguimos un donante. En la casa de los niños hago de abuelo, con todas sus funciones, juegos, parque, hacemos los deberes, celebramos cumpleaños, preparamos las Navidades, etc. Y en las clases de español junto con otros voluntarios de «profesores».
– ¿Su familia le ha apoyado en todo momento?
– “Si, siempre me han apoyado y ahora no solo me apoyan, sino que participan en algunas actividades de la Fundación”.
– ¿Cuál considera que es el valor diferencial de la Fundación respecto a otras entidades?
– “Lo que nos diferencia es la gente a la que atendemos. Son las personas verdaderamente más necesitadas y a las que nadie mira, los “invisibles” que decía Garralda. Esta Fundación recoge a gente que esta tirada y hace que, en vez de solos, mueran con una mano agarrada. Ninguna fundación baja tanto como esta y eso es lo que nos diferencia”.
– ¿Conoció a Jaime Garralda?
– “Sí y no. Le conocí, pero cuando ya no estaba trabajando aquí. Venía de vez en cuando, pero ya no era el que debió ser. Yo me perdí al verdadero Padre Garralda. Pero me sorprendía mucho verlo porque cada vez que aparecía desprendía una fortaleza impresionante, y eso que ya estaba enfermo. La gente se agolpaba a su alrededor, queríamos todos estar con él y escuchar todo lo que tenía que decir”.
– ¿Qué es lo más duro?
– “El no poder hacer todo lo que quieres hacer. Los recursos son muy justos y tenemos que optimizar cada euro que tenemos. Hablamos de poder dotar a los niños o a sus madres de unas botas de agua, ropa de abrigo, deportivas, cosas básicas que casi todos tenemos y no somos conscientes de lo que cuesta conseguirlo”.
– ¿Qué le diría a los vecinos de Las Tablas o sus alrededores para que se animen a hacerse voluntario?
– “Creo que es una decisión muy personal. Ser voluntario significa compromiso y constancia, tratamos con personas adultas, con niños, se generan sentimientos muy fuertes, a los que no puedes decepcionar. Los niños te esperan, cuando llamas al timbre, se oye al otro lado de la puerta carreras y gritos de «ya viene Antonio«. Lo que sientes en ese momento es la mayor alegría que puedes recibir”.