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Vanessa Horcajada: “Gracias al huerto no somos invisibles”

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Tener un huerto en Sanchinarro es posible gracias al Centro Santa María de la Paz, gestionado por los hermanos San Juan de Dios. Y hablar de él es hablar de Vanessa Horcajada, bióloga por la Universidad Autónoma y experta en Jardinería y Agricultura Ecológica, quien a sus 46 años se ha convertido en el alma de este rinconcito tan solidario.

– “Al acabar la carrera recibí formación en Jardinería y monté una pequeña empresa de diseño y mantenimiento de jardines y desde 2013, después de formarme en Agricultura ecológica, monté junto con una amiga una huerta de producción de hortalizas ecológicas en un municipio de la sierra. Durante todos estos años, en este sector tan castigado con la crisis, he impartido unos 10 ó 12 programas de formación en Auxiliar de Jardinería para personas en paro o en riesgo de exclusión social. Así, comencé a colaborar en el Albergue en 2016 con el proyecto de Huertos Urbanos, organizando las parcelas y las plantaciones y formando a los residentes que colaboraban en el proyecto”.

– ¿Una colaboración que dio paso a una relación más sólida?

– “Sí. Desde 2019 formo parte de la plantilla del centro y me ocupo de coordinar las tareas de jardinería y huerto, reparto trabajos entre los residentes que nos ayudan en el centro y mantengo el contacto y las gestiones con las personas que vienen a trabajar sus huertos. Además, cuando se puede, doy algunas sesiones de formación en agricultura ecológica para aquellos interesados”.

– ¿Cuántos internos colaboran en la conservación y cuidado del mismo?

– “El número de residentes que colaboran con los trabajadores en tareas en el exterior suele ser de unos 15. Algunos se dedican a mantener los jardines del Albergue limpios, otros ayudan en retirar malas hierbas, podar, recortar arbustos, plantar, etc. En el huerto en concreto, suele variar entre 2 y 4 personas”.

– ¿Cómo son esas relaciones entre internos y vecinos que optan por cuidar ellos de su propia parcela?

– “La verdad es que el hecho de que la gente del barrio entre con total normalidad y soltura al Albergue nos ha ayudado a todos, residentes, trabajadores y vecinos. Los residentes entablan conversaciones con sus vecinos de barrio, saludan a los niños y niñas, se aprenden sus nombres y les reconocen por la calle. De repente no somos invisibles, nos conocemos… Los residentes siempre quieren ayudar a la gente que viene al huerto. Es un rato agradable en el que son ellos los que tienen algo que ofrecer a cambio de una conversación y un agradecimiento. Es raro el que se mantiene al margen si está involucrado en las tareas. A mí me gusta que conozcan los nombres de los usuarios de los huertos, que sepan si les gusta el tomate o la lechuga, si vienen con niños o están enfermos, y a ellos, claro, también”.

– ¿Ahora mismo cuál es la producción?

– “Durante el verano plantamos tomates, pimiento, berenjena, calabacín, calabaza, pepino, melones, lechugas, acelgas, cebollas, puerros, remolachas, zanahorias, judías… ¡Es el momento álgido!  De cara al invierno, la cosa se ralentiza mucho más. Los días son más cortos y las inclemencias meteorológicas nos impiden pasar tanto tiempo fuera, pero también  se pueden cultivar cosas, como repollos, coliflores, lombardas, escarolas, lechugas, acelgas, espinacas, rúcula, ajos, habas, guisantes, tirabeques e incluso patatas y boniatos al principio de la primavera”.

– Si quiero tener mi propio rincón con mi huerto, ¿qué tengo que hacer y cuanto me cuesta?

– “Casi siempre tenemos las parcelas ocupadas, pero tenemos una lista de espera muy activa. Sólo hay que ponerse en contacto con obra social y apuntarse. El precio de las parcelas, -con la tierra preparada, el riego automático instalado y funcionando a diario, los tratamientos fitosanitarios y el asesoramiento-, es de 50 euros/mes. Algunas personas no pueden trabajarlo por ellas mismas y se lo hacemos nosotros, por 85 euros/mes”.

– ¿La mayor satisfacción que le ha dado el huerto?

– “Mi mayor satisfacción no es ninguna en concreto, me siento muy afortunada de trabajar con la naturaleza, las plantas y las personas. Me encanta mi trabajo. Y me encantan… las berenjenas blancas”.