El pasado 30 de noviembre la Unesco declaraba el toque manual de campanas español como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Una noticia que fue acogida con júbilo entre el gremio de los campaneros de nuestro país, como es el caso de Pablo Delgado Aparicio, vecino de Sanchinarro y de 17 años al que Zitus Madrid ha entrevistado
– “Tras esta declaración es cuando tenemos seguir tocando, es precisamente ahora cuando no podemos parar y sentirnos aliviados porque ahora nuestros toques ya están reconocidos o protegidos. Para que no se olviden hay que seguirlas haciendo sonar, no las podemos olvidar ahí arriba en los campanarios y para ello debemos de hacer una gran labor didáctica y continuarla como la que ya se viene haciendo varios años”
– ¿Cómo?
– “Enseñando a la gente lo que es el toque manual de campanas, que prueben y que les guste, que sean conscientes de que esto existe. Y al mismo tiempo continuar con la labor de investigación y recopilación de información, ya no solo en escrito, sino con archivos de audio para guardar todos los toques que existen y tenerlos documentados. Así, si quisiéramos interpretarlos podríamos hacerlo y recordar cómo”.
Para celebrar la declaración de la Unesco, Campaneros de toda España se reunieron en la Catedral de la Almudena para hacer sonar una campana de 1800 kilos. Una experiencia para Pablo indescriptible.
– “Fue muy emocionante. Al principio pase mucho vértigo y miedo a enfrentarme a un gran campanón como esos, pero finalmente me solté un poquillo y pude lograrlo. No fui consciente de lo que estábamos haciendo hasta que terminamos. Siempre será una experiencia irrepetible e inolvidable en mi vida, que espero poder repetir muchas veces más en la Almudena o en otros campanarios de otros lugares de España”.
RECUERDOS
– ¿Cuál es el primer recuerdo que te viene a la cabeza del sonido de una campana?
– “Sin duda cuando veía el Ángelus en mis pueblos Saelices y Faura. Fueron los lugares donde escuché por primera vez las campanas y son esas campanas y sus sonidos las que más me gustan, las llevo dentro de mi corazón y cada vez que voy y las escucho es como si me sintiera mejor, como un sonido sanador que me llena de alegría”.
– ¿Cuándo y por qué decidiste dar el paso de tocar manualmente una?
– “Desde pequeño lo tenía bastante claro, era mi sueño y siempre quise tocarlas y subir a los campanarios, pero lo veía como algo imposible. A base de ver vídeos en YouTube e Internet pues descubrí a Luis y al resto de campaneros que existían en Madrid. Finalmente consiguió mi madre contactar con ellos y toque manualmente el 1 de junio de 2019 por primera vez, en Alcalá de Henares”.
– ¿Qué recuerdos guardas de ese momento?
– “No se me ha olvidado nada. Fue una mezcla de sensaciones, impresión, vértigo, emoción. Eran unas campanas preciosas y recuerdo que yo nunca había visto ninguna de cerca y me parecieron enormes. Había gente de todas las edades hasta un chico de mi edad, y la verdad que eso me llenó de satisfacción. Además recuerdo perfectamente como me enseñaron a repicar por primera vez y a voltear. Muchas veces desearía revivir esos instantes”.
– ¿Había alguien en tú familia que fuera campanero?
– “Que yo sepa no. Mi familia es religiosa y alguna ocasión he oído que tocaban con cuerda las campanas en mi pueblo Saelices antes de que se electrificaran, eliminando el toque manual, pero nunca ha habido un campanero declarado como tal”.
– ¿Cuándo decides tomártelo más en serio y cómo lo acogieron en casa?
– “En casa se lo esperaban”, nos comenta entre risas. “A veces era un poco molesto porque tenía mi colección de campanas en miniatura y les ponía la cabeza como un bombo. Pero tanto mis padres, mi hermana y toda mi familia están muy orgullosos de que toque las campanas y estemos recuperando historia y patrimonio. ¡Alguno ya ha venido a tocar también! Lo de tomármelo en serio, desde hace tres años cuando entré en el grupo de Campaneros de Madrid. Desde que participo siempre me he tomado muy en serio, una cosa importante en mi vida y que conlleva una gran responsabilidad”.
– ¿Qué te decían tus compañeros de clase?
– “Siempre he tenido aficiones distintas al resto, una de ellas esta. Había gente que se extrañaba y me miraba raro, otros que simplemente pasaban y otra gente que se fascinaba y me preguntaba. Mis amigos siempre me han apoyado y les flipa que a unos cuantos locos nos guste estas cosas”.
EMOCIONES
– Ahora ya con 17 años, ¿qué sientes Pablo cuando estás ahí arriba tocando?
– “Es complicado de explicar, cada día es una experiencia nueva, un aprendizaje, un día inolvidable. Estar ahí arriba es un cúmulo de emociones, de tensión y liberación al mismo tiempo. Siempre es como un sentimiento como si estuviera en casa, es una alegría que me llena, un sonido que me conmueve y que forma parte de mí, como yo de él. Hay veces que no siento nada en especial, y simplemente toco y estoy concentrado. Sin embargo, hay días en los que se me vienen un montón de emociones a la cabeza, felicidad, nostalgia, preocupación, orgullo… Es algo que hay que vivir para poder entender realmente que se siente y a lo que está invitado todo aquél que lea esta entrevista”.
– ¿Cuántas formas hay de tocar?
– “Básicamente tres tipos en función del movimiento. Repique, si la campana no se mueve sino que es percutida o bien con el badajo, su pieza natural para que suene y de forma interior o bien con un mazo desde fuera. Luego está la oscilación, sin llegar a dar la vuelta, muy poco utilizada en España. Y por último el volteo, es decir el giro de 360 grados constante de la campana. Luego existen diferentes toques en función de qué quieren transmitir o para qué se van a usar, que se llevan a cabo a partir de la clasificación previa, como el toque a muerto, fuego, arrebato, fiesta, procesión…. Existen infinidad de ellos, muchos más de treinta e incluso el mismo motivo de toque, genera distintos ritmos y toques en diferentes países, ciudades o incluso pueblos cercanos”.
– Antiguamente era un modo de comunicarse entre los pueblos. ¿Para qué se toca ahora?
– “Nosotros decimos que las campanas eran el Whatsapp de nuestros abuelos y ancestros. En realidad no han perdido esa esencia comunicadora y transmisora de información, puesto que una campana lo que pretende es alertar, informar, llamar la atención, congregar… Es cierto que en las ciudades se han perdido muchos toques por la tecnología. Nosotros ahora tocamos para fiestas grandes, usualmente de carácter religioso como en el Corpus Christi o Navidad. Sin embargo, también tocamos a modo de fiesta en Año Nuevo, a muerto, incluso se han realizado toques por la paz y durante la pandemia en los aplausos algunas de nuestras campaneras acudían valientes a tocar. Las campanas van ligadas a las personas y ya no solo comunican sino que también nos acompañan, sobre todo en momentos donde los sentimientos están a flor de piel”.
EXPERIENCIA
– ¿Desde cuándo eres campanero de la Iglesia de San Ildefonso en Madrid y cuál es tu función?
– “En 2019. No es la única iglesia en la que soy campanero, pero sí es a la que más acudo y donde dí mis primeros pasos. No tenemos una función exacta, simplemente tocar las cinco campanas, dependiendo del motivo. También hay que realizar su mantenimiento y revisar que todo esté en orden antes de mover los bronces, que todas las tuercas que los sujetan estén prietas, que los ejes estén bien o que los badajos estén atados correctamente. Como ves no solo se trata de tocar, sino que también tenemos que darles unos cuidados”.
– ¿Existe alguna asociación de campaneros donde estéis todos?
– “Tenemos nuestro grupo de carácter más informal pero estamos iniciando un proyecto para constituirnos como asociación formal en la que podamos participar todos y todo aquel que quiera unirse”.
– Hemos hablado de la parte más bonita de este arte, pero también lleva implícito una parte de peligro. ¿Cuáles serían?
– “Tiene ciertos riesgos. Hay que estar pendiente en todo momento de lo que estás haciendo, ser ágil para moverte, quitarte el abrigo para evitar engancharte, recogerte el pelo si lo tienes largo. También tienes que tener buena coordinación y no perder de vista la campana, puesto que te puede golpear. Es recomendable usar cascos, el sonido es muy fuerte arriba y debemos proteger nuestros oídos y por supuesto debemos de ser precavidos con las alturas y hacer las cosas de la forma más segura. Con esto no quiero que parezca que vivimos en una situación de peligro constante, pero hay que tener cuidado”.
– ¿Qué te gustaría ser de mayor, aparte de campanero?
– “Bueno es la típica pregunta que nunca sé muy bien que responder. Estoy estudiando Bachillerato Tecnológico y me gustaría ser ingeniero o arquitecto. Siempre me ha gustado eso de construir y diseñar pero también me apasiona la historia, la cocina… Lo que sí que tengo claro es que sea lo que sea, que aquello que haga o en lo que trabaje me haga feliz y me permita vivir lo mejor posible”.
– Y por último, ¿dónde te gustaría tocar las campanas?
– “Me encantaría ir al Micalet en Valencia, lo llevo queriendo hacer desde que era un niño. Sin embargo no es el único lugar, también me gustaría poder tocar en mis pueblos, en Albaida, en Utrera o en Pamplona. Todos estos lugares me encantan y tienen campanas impresionantes. Por supuesto también me gustaría viajar a otros países y tocar allí o al menos escucharlas, como en Norte Dame en París”.