Un mes más, y van dos, llegamos a los hogares de Sanchinarro, Las Tablas y Montecarmelo, de una forma distinta a como llevamos haciéndolo desde hace casi 15 años. No puedo seguir escribiendo sin dar las gracias a todos y cada uno de los colectivos, -Juntas de Distrito, partidos políticos, asociaciones vecinales, Ampas, colegios, equipos deportivos-, y personas en particular, -chats de clases, chats de comunidades, comercios, parroquias, etc-, que nos ayudasteis a que la revista del mes de abril llegara a todos los hogares de estos tres barrios y alrededores. Mención aparte tienen aquellos vecinos que hicieron fotocopias y buzonearon sus portales animando a sus vecinos a leer la revista desde la Web. Gracias, gracias y gracias a todos. Confío que este mes se vuelva a producir esa forma mágica de distribución. Juntos hacemos barrio.
La actualidad es la que es, va cambiando cada día y poco a poco se ve la luz. Los niños salieron a la calle después de más de cuarenta días sin poderlo hacer, igual hicieron los mayores y el resto de la población de manera escalonada y controlada, y algunos comercios, entre ellas las ansiadas peluquerías volvieron a abrir las puertas de sus centros.
En todo este tiempo, dejando un poco de lado el aspecto sanitario y de perdidas de personas, hay un colectivo que siempre he tenido presente: los alumnos de Bachillerato que se enfrentarán a la prueba de la EBAU. Pero no ya por lo importante que es acabar el curso con buena nota y prepararla la prueba de manera no presencial, esperemos pronto puedan ir a sus colegios, sino porque ellos ya no volverán a la vida de antes.
Los demás, quien más quien menos, volveremos a nuestra vida de antes, aunque de forma diferente o abriendo nuevas ventanas. Pero ellos terminaban la que para mi es una de las etapas más bonitas de la vida, el colegio. Y esta pandemia les ha robado poderla saborear hasta el ultimo momento, poder disfrutarla junto a los que durante años han sido sus compañeros, aprovechar hasta el ultimo segundo los buenos consejos de esos profesores que les miran orgullosos el último día de colegio.
Yo he palpado la ansiedad de mi sobrino, su preocupación por no bajar la nota, saber que no salía del cuarto salvo para comer por estar estudiando, su preocupación por la falta de información sobre cuando se hará la prueba, su tristeza de no poder graduarse, la añoranza de no estar con sus compañeros, etc. A todos ellos les deseo toda la suerte del mundo en la EBAU y que esta situación sanitaria no haya trastocado por calificaciones académicas, vuestros deseos de dedicaros a la profesión que más os guste.
No sé, a lo mejor soy una sentimental, a lo mejor esta circunstancia me ha hecho centrarme en esos chavales que, no tengo la menor duda, serán una de las mejores generaciones que de este país.