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La ruta del wolframio

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El Bierzo, al norte de León, es una de las zonas de España que más y mejor patrimonio industrial y minero posee. Pozos mineros, viejos ferrocarriles, antiguas estructuras se ponen en valor para un nuevo turismo.

La provincia de León llegó a dar empleo a más de 40.000 personas en 132 minas repartidas por todo el territorio, especialmente en El Bierzo, en el siglo XIX. Uno de esos lugares especiales es el poblado minero de La Piela, donde trabajaron cientos de obreros en unas instalaciones que disponían de cantina, economato, escuela y todo tipo de comodidades para la época, cuyas ruinas hoy desprenden un encanto misterioso y un tanto sobrecogedor.

La llamada ruta del wolframio, además de permitir visitar las viejas bocaminas y edificios, cruza bellos y conservados bosques y recorre serranías que permiten ver casi toda la comarca. Desde el punto más alto se llega hasta Cadafresnas, la aldea que un día centralizó la explotación del mineral.

No muy lejos, en Sabero, se ha inaugurado la espectacular Vía Ferrata Valdetorno de la que forma parte un vertiginoso puente tibetano de 110 metros, el más largo de España. En su Museo de la Siderurgia y la Minería, -instalado en una parte de la Ferrería de San Blas que acogió la primera industria siderúrgica de España en 1846-, entenderás cómo se extraían decenas de miles de toneladas de carbón para abastecer a España y a Europa.

Desde aquí parte la llamada Ruta de las Minas un recorrido circular de 9,8 km que transporta al pasado de la minería del valle, donde también descubrirás otras joyas del paisaje, como la ermita de San Blas del siglo XV o el Roblón de la Plata, un magnífico roble de 17 metros de altura y unos 700 años de edad.

Cerca está la mina La Plata y un mirador sobre el río Esla que permite ver el valle de Aleje y la Mariate, con un dispositivo de vagonetas que transportaban el carbón mediante un cable aéreo a la otra orilla del río, para luego alcanzar la mina la Imponderable, uno de los principales yacimientos de hierro que suministraron mineral a los hornos altos de la Ferrería de San Blas.

El Museo del Ferroviario de Cistierna lo gestionan y muestran los viejos ferroviarios que dedicaron su vida al tren desde que en 1894 se inauguró la línea férrea que unía La Robla con Balmaseda. Ubicado en el antiguo economato del Ferrocarril de La Robla-Bilbao está dedicado no a la industria ni al tren, sino a los trabajadores. Donde se descubre el duro pasado minero en esta región de León, es en la Cuenca de Fabero, con varias minas y poblados mineros, como el Pozo Julia. Su visita resulta instructiva para comprender que el confort del que ahora disfrutamos no siempre fue así y hubo personas que dejaron su salud, y algunos su vida, para el bienestar de otros.

Y si se habla de minas en esta región, hay que hablar de Las Médulas, la mayor mina de oro a cielo abierto de todo el Imperio Romano, allá por el año 20 a.C. con más de mil hectáreas, declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1997. Siglos después nos ha dejado uno de los paisajes más hermosos de toda la península, un contraste de arcillas rojizas en picudos farallones y verdes vegetales, rodeado de castaños centenarios, lagunas, lagos, picos y galerías. Cerca se encuentra el Castillo de Cornatel, del siglo X y antigua fortaleza de los Templarios, con espectaculares vistas al valle del Sil.

El punto final de este recorrido es la capital de la región, Ponferrada, que fue terminal del ferrocarril de vía estrecha de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP). En La Fábrica de Luz se puede descubrir cómo se producía la electricidad a partir de carbón y conocer las particularidades de la sociedad de aquella época; cómo eran sus vidas, cómo trabajaban y cómo la utilización de un recurso natural como el carbón fue el motor de cambio de un territorio y de sus habitantes. No te olvides de visitar el Museo de la Energía.

Dar a conocer estos tesoros poco habituales en los circuitos turísticos es el objetivo que se ha impuesto la Cátedra de Territorios Sostenibles y Desarrollo Local de la UNED de Ponferrada y la Fundación Ciudad de la Energía en su proyecto Paisajes24.

Texto y Fotos: Enrique Sancho