Talento innato en los fogones y capacidad para el ingenio y la innovación son sus marcas personales. El popular chef Jordi Cruz se encuentra inmerso en la grabación de Masterchef 10, al mismo tiempo que continúa su labor como embajador de la firma Oral-B
Texto: N.Arechederra
Fotos: Lina Ortas Comunicación
Jurado carismático del programa Masterchef, inició sus estudios de cocina en la Escuela Superior de Hostelería, Joviat. Con 14 años comenzó a trabajar en el restaurante Estany Clar de Cercs, situado en Barcelona, el mismo establecimiento donde recibió su primera estrella Michelin en noviembre de 2002. Una estrella que tuvo doble significado ya que se convertía, con tan solo 24 años, en el chef más joven de nuestro país y el segundo del mundo en recibir esta distinción.
A ese premio les sucedieron muchos más como proclamarse campeón en 2006 de la primera edición de Concurso Cocinero del Año, evento del que actualmente es vicepresidente del jurado y presidente el chef Martín Berasategui. En diciembre de 2007 pasó a ser gerente y jefe de cocina del restaurante Angle de “Món Sant Benet”, también en Barcelona, que un año después logró su primera estrella Michelin.
Lejos de acomodarse Jordi no cesó en su empeño de formarse e innovar. Desde 2010 es el chef titular del restaurante ABaC de Barcelona, que desde noviembre de 2017 cuenta con tres estrellas Michelin, así como 3 Soles Repsol desde el año 2013. Es precisamente ese año, 2013 cuando comienza su andadura al frente del exitoso programa de cocina Masterchef, junto a Pepe Rodríguez y Samantha Vallejo-Nágera, cuya décima edición está a la vuelta de la esquina.
Por otro lado, el pasado mes de diciembre, recibía una nueva estrella Michelín por su restaurante Atempo de Barcelona, y ya van ocho.
– “Creo que como chef hemos sabido gestionar bien esta pandemia y hemos salido bastante indemnes y ahora nos hemos regenerado y tenemos ganas de construir y sumar. Y creo que mucha gente está como nosotros. Por lo tanto lo que tenemos que aprovechar es que hay ganas de hacer cosas y hacerlas. Tengo ganas de hacer algo que sea singular y que me perdure. Es decir, que el día que yo no esté, si la gente cocina un plato mío diga “buah qué maravilla”, y si dentro de cien años una receta mía pasa a ser tradicional, pues la vida habrá tenido más sentido”.
Al igual que sucede en la cocina de vanguardia, los cepillos de dientes han evolucionado mucho: tecnología diseño y experiencia, algo que a Cruz también le gusta y tiene en cuenta a la hora de escoger el suyo. Por este motivo, cuando le propusieron ser el embajador del mejor cepillo de Oral-B, no se lo pensó dos veces. Un título que ha renovado y así nos lo contó recientemente,
– “Oral-B significa tecnología, diseño, experiencia única… me identifico totalmente con una marca que revoluciona las tendencias de mercado y que va más allá de lo que significa lavarse los dientes. Como en la cocina, tienes que estar a la última para ofrecer la mejor experiencia”, afirma uno de los rostros más conocidos de la gastronomía”.
– ¿Y cómo lo logra?
– “Pues intento transformar algo tan cotidiano y necesario como es el comer, en algo que sea una experiencia y sea chulo. Por lo tanto Oral-B y yo tenemos los mismos principios y tenemos esa sinergia y es lógico que nos caigamos bien”.
Para Cruz, la tecnología es clave, tanto a la hora de lavarse los dientes como para trabajar.
– “Estoy en esa rueda de ratones que hay momentos en los que me digo: pero yo ¿cuándo voy a descansar? Pero es que no descanso porque no quiero, es que si hago las cosas que hago es porque me lo paso bien y no porque sea muy trabajador. Me lo paso bien, soy perfeccionista, soy muy tiquis mikis y todo eso me lleva a meterme en muchísimos fregados y a darlo todo en cada fregado en el que me meto».