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Javier Lea

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Detrás de cada persona sin hogar, hay una historia que muchos no quieren ver y prefieren apartarlos de la sociedad. “Hijos de Dios”, del director Ekain Irigone, narra la historia de dos veteranos sintecho, donde su amistad y sus rocambolescas vidas hacen de esta película un canto a la vida, la muerte y la dignidad.

Texto: Natalia Arechederra. Fotos: E.García

Quien le iba a decir a Javier Lea, residente del Centro Santa María la Paz, que la visita que hizo Ekain, hace seis años, al Albergue de Sanchinarro, iba a suponer no sólo que protagonizara su primer largometraje, sino que ganara el premio a la Mejor Interpretación en Festival de Cine Madrid, celebrado el pasado mes de octubre. Una película que narra la historia de Javier y Romerales, dos veteranos sintecho, que duermen bajo una de las cornisas que rodean la turística Plaza de la Ópera de Madrid.

¿Cómo llegas a protagonizar Hijos de Dios?

– “Estaba en el albergue y apareció Ekain, el director. Se acercó y me comentó que sabía que era uno de los señores del centro que más tiempo permaneció en la calle y que iba a rodar una película para enseñar a la gente cómo es la vida en la calle. Me preguntó si quería participar y por supuesto le dije que sí. Incluso le dije que había otros dos “perros de la calle”, María José y Romerales, grandes amigos, que podrían participar, como así fue”.

¿Por qué decidiste hacerla?

– “Pues porque al igual que el director quería que la gente viera que la gente de la calle de mi época no era gente mala, no nos metíamos con nadie y ni hacíamos daño. Detrás de las personas sin hogar hay una historia y espero que con la película hayamos conseguido que por lo menos cuando vean a un sin techo, reaccionen bien”.

¿Y lo habéis conseguido?

– “Yo creo que sí porque hablamos de nuestras experiencias con el alcohol, con las drogas y como recogíamos los cartones, que era la realidad de mucha gente de la calle. También espero que sirva como mensaje para la juventud que la vea y se den cuenta que cualquiera puede jugar con las drogas y el alcohol, y ambos lo único que hacen es daño a uno mismo, pero también a tu familia”.

¿Qué fue lo más complicado del rodaje y lo más divertido?

– “La dificultad del rodaje para mí fue una escena que tuvimos que repetir 27 veces porque mi compañero a lo mejor había bebido y se ponía a dormir. Yo entraba y le oía roncar y ya no podía seguir. Por no hablar cuando le daba por cantar en medio de una escena”.

En la película se muestra como tras esos episodios oscuros, de calle y soledad, llegas al Centro Santa María la Paz. ¿Qué hubiera pasado si no hubieras dado ese paso en la vida real?

– “Pues seguramente estaría muerto”, nos contesta de manera rotunda. “Sólo no hubiera sido capaz de salir de ese mundo. Al llegar al centro me sentí bien y poco a poco fui remontando. Ahora mismo tengo una ocupación que realizo aquí y me gusta mucho. Además cuando tienes problemas siempre está Esther, que es muy buena persona y me ha ayudado mucho y espero que todos los del Centro lo sigan haciendo”.

¿Qué sentiste cuando te dieron el premio?

– “Que también se lo hubiera merecido Mari Jose, la otra protagonista que murió durante el rodaje, porque estaba fastidiada. Si hubiéramos estado los tres, lo primero que hubiera hecho sería llegar y darle el premio a ella. Fueron 22 años de amistad en la calle, siempre me cuidaba. Cuando me dio un ictus y salí del hospital, en cuanto me vio comenzó a llamar a todos los sintecho que vinieron con cartones y vino para celebrarlo, pero yo había decidido salir de eso. En ese momento ellos me ofrecían lo que más valoraban y tenían. Y ahora ya no está y la echo de menos. El premio lo he donado a mi Centro, porque me recuerda mucho a ella”.

¿Harías otra película si te lo propusiera?

– “Si fuera de extra yo encantado. Esto fue un proyecto que salió y surgió, que fue muy bonito, pero no me veo de protagonista”.

¿Con qué sueñas Javi?

– “Con que vuelva pronto mi hijo a mi vida. Me hubiera gustado que hubiera ido a esta entrega de premios, pero no coge el móvil ni sé dónde vive ahora mismo. Yo espero que un día venga porque hace cuatro que no nos vemos. También sueño con que a Ekain le salga oportunidades de trabajo”.