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Helena Gómez Garre: Pregonera por un día

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Helena Gómez Garre llegó a Sanchinarro por casualidad hace 19 años, cuando le adjudicaron una casa de la EMVS. Este año ha sido una de las pregoneras de las Fiestas de la Primavera de Hortaleza, un momento en el que esta madre de dos hijos, -nacidos en el que ahora considera como “uno de los mejores barrios de Madrid”-, ha vivido con mucha emoción.

– “Nunca imaginé dar el pregón de las Fiestas de Hortaleza. Siempre pensé que eso era para los famosos, aunque últimamente han estado eligiendo a vecinos de Hortaleza y este año han querido contar conmigo. ¡Sentí una ilusión tremenda! Cuando uno se enrola en estas cosas lo hace para ayudar y conseguir mejoras, y no tienes en mente cosas como esta”.

– Para la Junta Municipal es un reconocimiento a su labor por Sanchinarro. ¿Es una forma de premiar a los vecinos que no se quedan de brazos cruzados?

– “Claro que sí. Yo he estado en la Ampa del Adolfo Suárez, en los consejos territoriales, en los de seguridad, en la asociación de vecino o en los foros locales. He tenido la suerte de encontrarme en el camino mucha gente que me ha ayudado a conseguir lo que tenemos a día de hoy en Sanchinarro”.

– ¿Qué ha sentido al dar el pregón?

– “Un poquito de vergüenza y pena. Pena porque me hubiera encantado darlo con Marina García Alarcón de Virgen del Cortijo, que nos dejó hace unos meses. Ella estuvo 40 años luchando por su barrio y la pandemia ha impedido que reciba el reconocimiento que se merecía. ¡Siempre me animaba y me puso en contacto con muchas personas. Yo siempre digo que soy Marina 2 ja ja. Así que este pregón va por ella. Bueno y por mi marido que lleva aguantándome 30 años”.

– ¿Qué recuerdo guarda de esos primeros meses de pandemia?

– “Tensión y vértigo. Estuve colaborando con los voluntarios de Virgen del Cortijo y con los de la Parroquia de San Rafael Arnaiz. Ellos cosían y hacían mascarillas y batas, yo conseguía las telas y los acetatos. Recuerdo que me paseaba con mi carrito de la compra, para que no me multara con el toque de queda, entregando el trabajo a Teletaxi y a mujeres como Susana y Xiomara que hacían entregas en persona. También comprando alimentos infantiles que recogieron los policías”.

– Otro momento clave fue Filomena.

– “Sí. Desde la asociación compramos palas y avituallamiento para quitar la nieve y coordinados por la Junta y la Policía Municipal entregábamos sal. También estuve poniendo en contacto a gente para los desplazamientos a hospitales o comprando alimentos a personas que no podían salir. No se me olvida la gran labor que hizo Noela, tesorera en ese momento”.

– Ya no forma parte de la Asociación Vecinal, ¿cómo fue esa experiencia?

– “Llegué gracias a Carlos Sanz, anterior Presidente. Fueron 8 años de los que 7 fui vicepresidenta. Si te va la marcha, es tu sitio”, dice entre risas. “Al principio fue difícil porque, como es lógico, somos muchos y todos queremos todo en nuestras zonas. Los 4 años pre-pandemia fueron muy buenos para el barrio, se consiguieron muchas mejoras y se empezaron a realizar muchas actividades: fiestas de junio, roscones, huerto, mercadillos, días del niño, cerrar una calle cada mes para patinar, bicicletadas, etc. Las asociaciones vecinales son fundamentales para  mejorar el barrio, pero todos tienen que tener claro que no es un partido político y que hay que llevarse bien con todos ellos”.

– ¿Cuál cree que es ahora mismo el tema más prioritario del barrio?

– “Algo que se está quedando en el olvido son los aparatos para mayores de deberían estar colocados enfrente del colegio Adolfo Suarez. El “parque de la ría” es otro punto en el que hacer hincapié, así como seguir con la remodelación de movilidad en el barrio, que nos lo trabajamos junto con los policías de la UID. ¡Aún faltan muchas cosas por hacer!”.

– Por último, ¿cómo te gustaría ver el barrio en cinco años?

– “Con el polideportivo en funcionamiento, que ya es hora, con un lugar de ocio para adolescentes, con un centro de mayores para Virgen del Cortijo y Sanchinarro, que podría ser un mismo edificio con entradas diferentes, y sobre todo con mucha gente animada a colaborar en las cosas del barrio. No vale ampararse en “yo no tengo tiempo”. Si somos muchos, es menos tiempo para todos”.