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Zitus Madrid, número 165

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Nerviosismo, alegría, respeto, euforia, incertidumbre de cara al futuro, orgullo, tristeza al ver locales que han echado el cierre, reencuentro con “mis” conserjes y comerciantes, distancias, mascarillas… Y así podía estar hojas y hojas describiendo las sensaciones que tuve el mes pasado al volver a la calle a repartir la revista Zitus Madrid. Algo que no había podido hacer en abril y mayo por culpa de la pandemia de la COVID-19. Era una sensación un poco agridulce. La alegría de volver a poner en los buzones de muchas de las comunidades de Sanchinarro, Las Tablas y Montecarmelo la revista, se veía mezclada con la pregunta: ¿Cuánto aguantaremos así? Pero había que salir, Zitus Madrid debía salir de nuevo a la calle aunque la circunstancia económica sea complicada, muy complicada. Y había que hacerlo porque entre otras cosas hay que seguir ofreciendo información de proximidad, hasta el último momento si es preciso, y seguir tendiendo la mano a esos comercios que siempre han apostado por la revista que dirijo desde 2005. He mirado esta foto que pongo en el editorial varias veces y reconozco que se me ponen los pelos de punta. Contemplar este “niño”, que en septiembre cumplirá 15 años, en cada buzón hace, porque no decirlo, que se me salten las lágrimas. Llegar a una comunidad y bajarse mi sobrino, -ese fiel compañero de reparto cuyo apodo de pequeño da nombre a la revista-, o yo misma ha sido indescriptible, lo mismo que llegar a las puertas de los comercios y, sobre todo, saludar a las personas que hay detrás de ellas. Siempre he hecho, como digo yo, apología del comercio local. En más de una ocasión he dedicado este espacio, mi espacio, a ellos. Pero es ahora realmente, y más que nunca vecinos, cuando más tenemos que comprar y consumir en el barrio. Me ha producido mucha tristeza, ver ya las puertas cerradas de alguno de los negocios de los barrios de Zitus. A todos ellos, mucho ánimo y en especial, como si fueran la representación de todos ellos, a Rafa y a Bárbara que les mando un beso enorme. De nosotros depende que se queden los cierres ahí o se sigan sumando en los próximos meses. No es difícil, nunca tuvimos tan fácil apostar por nuestros comercios y empresas que nos ofrecen una oferta variada y una cercanía que no encontraremos en otro lado. Todos ellos están de sobra preparados para recibiros con los brazos abiertos, cumpliendo todas las medidas de seguridad sanitaria impuestas. Cuando escribo estas líneas, los alumnos de segundo de Bachillerato, -esos por los que, entre otros, en esta pandemia he tenido tan presentes-, apuran los días para enfrentarse a la EvAU. Cuando la revista salga a la calle ya la habrán realizado. Solo espero que el esfuerzo que ha hecho esta generación, que personalmente creo que será muy especial, haya tenido su recompensa, en especial a ti Gonzalo. Llega un verano que será atípico en muchos sentidos. Pero yo como siempre, y este año más que nunca, espero pasar lista el próximo mes de septiembre, y no quiero que faltéis ninguno. ¡Feliz verano vecinos!