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Echando una mano a Ucrania: “No es heroico, es sacrificarte por los demás”

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 “Hemos tenido que dejar a papá en Kiev”. Esa es la frase que el Comandante de Iberia Juan Luis Ordóñez, escuchó en televisión a un niño de unos 8 años, cuando abandonaba el horror de la guerra en un autobús. Y esa fue la frase del “punto de partida” para que seis pilotos, -apoyados por Sepla-Ayuda y entre los que se encuentran varios vecinos de Montecarmelo-, decidieran pasar a la acción y salir hacia la frontera con Ucrania. Junto a Juan Luis viajaron Toño, José Plaza, Pablo García, Pedro Durán Jr y Mariano de Rivera. Un grupo que consiguió, pese a la dureza del viaje, no perder la sonrisa en ningún momento.

– “No se me quitada esa imagen de la cabeza cuando María Díaz de la Cebosa, presidenta del CIS, de la fundación Kennedy y de la ONG Cruzada por los niños, me contó que estaba organizando acogida de refugiados. Ya en el Sepla le dije a Toño que me iba a Ucrania y literalmente me dijo “tú no te vas sólo”. Titón, presidente de la Fundación Sepla Ayuda, se enteró de la idea y no sólo nos apoyó, sino que tomó las riendas de la organización, movilizando a todo el equipo para que nos ayudasen en todo el proceso: Carlos Martínez, secretario de la fundación, Manuel Espín, Manolo Laguillo, Toñín Uribarri, etc, pilotos, compañeros y amigos que hicieron todo más fácil”, nos cuenta Ordoñez.

– “En seguida envié un email a los afiliados a SEPLA por si podían contribuir económicamente y a día de hoy mucha gente sigue arrimando el hombro y procurando que la ayuda continúe”, nos cuenta Vicente Alonso, al que todos conocen como Titón. “También, por medio de Iberia y Vueling creamos sinergias para que SEPLA-Ayuda pueda enviar carga no perecedera, alimentaria y medicamentos, Desde Barcelona partió a Varsovia y desde Madrid a Budapest y de allí a la frontera con Ucrania, esta última fue transportada gratuitamente por la fundación Seur. Sin olvidar a la terminal de IAG Cargo que ha ayudado solidariamente con su trabajo, al igual que Bollore Logistic en Budapest”.

– ¿No todo el mundo podía ir?

– “Claro. Los seis que fuimos paramos nuestras vidas sin dudarlo,  para pegarnos una paliza de kilómetros y ayudar a 21 personas que no conocíamos. Todos ellos, pilotos que han conseguido que un viaje complicado se convierta en una excursión, como dice Toño, donde nuestros amigos ucranianos cantaban al son de: “Dinamita pa los pollos”, explica Ordóñez.

Así el pasado 10 de marzo salían desde Montecarmelo rodeados de muchos amigos que se acercaron para darles ánimos ante un viaje que planificaron hacerlo del tirón, con turnos de conducción, y alguna cabezadita en las propias furgonetas. Pese al cansancio, no hubo quejas, ni un mal gesto por parte de ninguno de los seis.

– ¿Qué pasó cuando llegasteis a Cracovia?

-“Nos esperaban Javier Cánovas y Olga, su esposa polaca, que ya habían acogido a dos personas ucranianas”, nos dice Toño. “Ellos se dedicaron a pegar carteles por las calles con un código QR donde explicaban nuestra iniciativa y fueron nuestros coordinadores y traductores con la ONG polaca”.

– “¡Y sólo a cambio de un poco de jamón y una botella de vino!, que por supuesto llevamos y disfrutaron mucho”, añade Ordoñez entre risas.

– “Posteriormente”, prosigue Pablo García, “nos encontramos con nuestros próximos pasajeros en la Plaza de los Héroes del Gueto, un barrio judío de Cracovia. Estaban algo desconfiados, no nos sonreían ni decían una palabra, como distantes pero conscientes de que no tenían más remedio que meterse en esas tres furgonetas dejando atrás su país, su tierra, sus costumbres y sus familias”.

– Una escena muy dura, ¿no?

– “Sí”, dice Ordoñez, “yo ahí me derrumbé y lloré desconsoladamente. Pero lo hice apartado para que no me quedaran lágrimas delante de ellos”.

– “La gente nos decía cuando nos escribían que éramos héroes. Personalmente creo que no es heroico lo que hemos hecho, es sacrificarte por ayudar alguien que lo está pasando mal y te necesita, como muchos han hecho. Yo mismo el día antes de salir puse un cartel en mi comunidad y en una hora mis vecinos se volcaron aportando cosas. Todos sumamos», explica Pedro Durán Jr, Peri.

Al contrario que en el viaje de ida, y gracias a la colaboración “de tantas personas que nos han ayudado”, a la vuelta no tuvieron que dormir en la furgoneta y pararon en Karlsrue, al suroeste de Alemania, la primera noche.

– “Justo a una hora de llegar al hotel en Karlsrue se me estropeó la furgoneta de segunda mano que había comprado por 4700 euros”, nos relata Mariano de Rivera, el único que no es piloto pero que se unió a esta iniciativa y que además añadió una segunda furgoneta, la suya propia. “Intentamos solucionarlo pero no pudimos. Toño dijo que en tierra no se quedaba nadie e hizo dos viajes hasta el hotel. Habíamos venido juntos y teníamos que volver todos juntos, decía. El RACE  nos puso una furgoneta con conductor en la puerta del hotel para poder continuar nuestro viaje”.

– ¿Cómo fue el resto del viaje hasta Madrid?

– “Una de nuestras pasajeras más jóvenes” nos dice José Plaza “le preguntó a Juan Luis que si pasaríamos cerca del mar, y éste, sin pensárselo un segundo le dijo que “íbamos a meter los pies en el mar. Movió sus hilos y gracias a Jordi, -empresario de Roses y dueño del cine de Roses-, y Octavio, en menos de una hora nos dijeron que nos esperaban en el hotel Montecarlo. Octavio, propietario del hotel, nos recibió con los brazos abiertos y nos proporcionó cena y desayuno para todos”.  

– “El recuerdo de los niños corriendo y gritando por la playa, con una luna preciosa rodeada de un halo maravilloso, se quedará conmigo en mi pequeño baúl imaginario”, recuerda Juan Luis Ordoñez. “A la mañana siguiente, Uhma, madre de dos  niños muy especiales, me abrazó y se puso a llorar. No paraba de decir “thank you”.

Al llegar a Madrid, este grupo de seis hombres, porque no les gusta que se les llame héroes, y sus acompañantes ucranianos, fueron recibidos por una multitud de personas en una calle céntrica de Madrid, donde se alojarán en unos apartamentos bajo la custodia de María y Cruzada por los Niños, quienes les darán toda la ayuda necesaria para que este drama sea lo menos duro posible.

– “Tras esta experiencia me refuerzo en la convicción de la bondad del ser humano, de la solidaridad de las personas. Juntos podemos con lo que nos pongan por delante y juntos acabaremos con la maldad de esos pocos. Por poco que sea, algo se tiene que hacer. Espero haberlo conseguido, yo sin duda he aprendido mucho”, reflexiona Ordoñez.

– ¿Volveréis?

– “No tenemos ninguna duda, en ello estamos”.