Yo ya he perdido la cuenta de todas las veces que “ha sucedido algo” y cuál ha sido la respuesta solidaria de los vecinos de Sanchinarro, Las Tablas y Montecarmelo. Cuando digo “algo” me refiero a sucesos tipo pandemia y sus efectos colaterales, filomenas, volcán de la Palma, ayuda a los más necesitado antes la crisis que ha desencadenado la COVID y, como no, la guerra de Ucrania. Y en esta ocasión llama poderosamente la atención como, al tiempo que muchos lo están pasando mal para llegar a fin de mes, ante estas circunstancias sacan de donde sea. Y es que como dice el dicho: con aportar todos un granito de arena, hacemos la mejor de las paellas.
En Gente del Barrio mostramos un ejemplo de los muchos que ha habido desde que estallara la guerra de Ucrania. Grupos de vecinos, en este caso de pilotos españoles del Sepla, que ante las imágenes decidieron pasar a la acción y viajar hasta Polonia llevando ayuda humanitaria y desplazando a nuestro país a ucranianos que han abandonado sus casas ante un horror sin sentido.
Estoy convencida que todo el mundo tiene un amigo o un conocido que ha hecho lo mismo, sin importarle la paliza que conlleva tan largo viaje, el ritmo frenético de los preparativos previos y, para los que encima han aportado sus propios vehículos, el desgaste y gasto que supone el desplazamiento. No tengo ninguna duda que todo lo anterior a todos ellos se les ha olvidado al ver la sonrisa de sus nuevos compañeros de vuelta a Madrid.
Las recogidas de alimentos, medicinas, mantas, ropa y una larga lista de enseres han sido espectaculares. Ver la implicación de prácticamente todos los colegios de Sanchinarro, Las Tablas y Montecarmelo, lo concienciados que estaban sus alumnos de que era el momento de ayudar, te hace pensar que el mundo sí que merece la pena, aunque hay veces que una piensa que el egoísmo, que parece que se impone, pueda frenar este tipo de actos.
Asociaciones vecinales, asociaciones cuya labor se basa en ayudar a los demás, asociaciones que luchan contra el cáncer infantil (¡Ole por mi querida APU!), clubs deportivos, parroquias… y así un largo etcétera. Y siempre con el mismo resultado: respuesta masiva de los vecinos. Yo misma, tenía que recoger en 24 horas 200 peluches, en buen estado, limpios y lavados para que el grupo de vecinos de Mirasierra y Las Tablas “Onboard to Hope” pudieran llevar a Ucrania. Y no solo fue posible, -porque decir que lo conseguí sería injusto porque sin la ayuda de mi comunidad no lo hubiera podido hacer-, sino que añadimos 100 más.
Que nada ni nadie nos cambie vecinos. Ante una emergencia, ante la posibilidad de ayudar al más débil, sin importar quien comience una iniciativa, nuestra respuesta debe ser siempre la misma: ¡todos a una! Como dice uno de los pilotos que viajó a Ucrania: “No somos héroes, se trata de sacrificarte para ayudar a los demás”. Pues no perdamos nunca ese espíritu.